Tinta Culé | Fin del sueño -
Ninguna obra es perfecta, bueno, casi ninguna, pues no iba a ser el Barcelona el primero en terminar una Liga invicto, además de como campeón. Tampoco será el último que se quede a las puertas. Y duele, ciertamente, pero más allá de que se diga en boca de técnicos y jugadores antes de cada partido que la intención es ganarlos todos, el título del certamen hay que valorarlo por encima de cualquier racha, claro, sin obviar lo que ocurrió en el Ciutat de Valencia.
Los 90 minutos se le hicieron cortos a los de Valverde, pensando algunos en Rusia, otros en dónde estarán la próxima temporada y quizás unos pocos queriendo dar más de lo que realmente pueden. En una época abocada a la extinción de los tridentes en las principales portadas, Boateng, Morales y Bardhi (BMB), se lo pasaron en grande ante la frágil defensa azulgrana, frente a su público y dejando la despedida más agradable e inesperada de la temporada. Vermaelen no llegó a la media hora de partido, poniendo en duda incluso su cita con el Mundial, aunque para ese entonces el Barça ya perdía 1-0, diana del delantero ghanés, que no perdonó el hombre de menos minutos después, a la espera de que entrase Piqué, subiendo el 2-0 al pizarrón y volviendo un manicomio el recinto levantinista.
Yerry Mina quedaba retratado en el desbarajuste blaugrana, pero no solo él. Semedo se mostraba blando, Busquets agobiado y Rakitic no tenía piernas para ayudar a todos. Ter Stegen, el portero inconmensurable, que había sido puntal para la corona liguera, no encontraba respuestas para frenar el embate local, tan feroz como directo. El Levante anchaba el campo luego de salir de la presión catalana con una sobriedad más bien atribuida a sus contrarios, haciendo lucir lento a los culés, sobrepasados por el rival, la grada y la impotencia. Coutinho recortó con fortuna y brindaba esperanzas a una pequeña parcela que veía escapar la posibilidad de la imbatibilidad doméstica. A todo esto, lejos se veía el recuerdo del Pizjuán. El motivo era sencillo, Messi los miraba por la televisión.
La charla intermedia hizo efecto de forma dispar. Los de casa se lo habían creído y los visitantes, incrédulos, pasaron probablemente los 10 peores minutos de la campaña liguera. Al 56, Valverde, atónito, observaba un 5-1 que no era espejismo, sino la muestra al detalle de todas las flaquezas defensivas de su conjunto, agotado y necesitado de una planificación deportiva a la altura de un elenco aspirante a cuanto trofeo se ponga en disputa cada curso. Boateng, dos años después, se hacía famoso por ser tras Aduriz en la Supercopa de España, el futbolista más reciente en hacerle un hat-trick al Barcelona. El macedonio Bardhi no fue menos y con un doblete, todos, contando los de su compañero, con definiciones exquisitas.
Posterior a la catarsis colectiva, media hora de búsqueda incesante de la remontada. Philipe enseñó a los seguidores blaugranas su intención de convertirse en pieza importante para la venidera temporada, con galones a la altura de su precio y con un doblete bañado por el azar descontaba hasta el 5-3. Para poner más leña en un choque sin rumbo, Suárez, desde los 12 pasos y a falta de 20 minutos marcaba el cuarto, abriendo la puerta de evitar el fiasco culé. Denis entraba al verde y nuevamente dejaba claro el por qué se piden más presencias de él en el rectángulo, todo lo contrario de Paco Alcacer, en el famoso quiero y no puedo que al final ni confirma, ni desmiente. Llegó el pitazo luego de los 4 de añadido y el festejo azulgrana quedó en Valencia. Los reyes del evento, esta vez de celeste, se fueron a la Ciudad Condal con las manos vacías. Sin invicto, cortado el récord, a disfrutar del adiós de Iniesta y de un título más que merecido.
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