Tinta Culé | Obreros y artistas ante el Athletic -

Valverde presume de sello. Defensa, pegada y control, claves de un Barcelona invicto, que mira récords y, por qué no, otro triplete. Para lo primero bastan tres duelos, pero ojo, hay que pasar por el Pizjuán. Para la consagración final faltarían 15 choques, mucho menos de todo el camino labrado hasta ahora, aunque son los que harán firme la sentencia o, las innumerables conclusiones, de lo bueno y de lo malo, en ambos destinos.

En el Camp Nou este domingo se vio otra vez la versión culé que arrasa en las primeras mitades, se lleva poca renta y luego de bajarle el ritmo a los segundos 45 minutos, parece que terminan sufriendo los del txingurri. Paco no tardaba en prometer otra tarde de goleada, esa que con Valverde pocas veces termina por hacerse presente, ventaja que alargaría Messi, claro, antes de dos balones repelidos por la madera, costumbre azulgrana en este curso. Kepa, los postes, los adornos en el arte del excesivo manejo de la esférica y la falta de eficacia, privaron al Barça de inflar las redes rivales. No obstante el público disfrutaba, los de casa se divertían en el verde, la prensa preparaba de forma anticipada los titulares. Fue una primera mitad en la que se jugó de un solo lado, a una sola cosa, a un mismo compás.

No estaba Busquets, pero sí Rakitic, que nuevamente hizo de destructor y arquitecto, acompañado de Paulinho, que parece asumir el descanso y vuelve a mostrar mejores maneras, sin llegar a las de la primera mitad de campaña, pero cumplidor acorde a las necesidades. Coutinho se nota más integrado, tanto, que pudo chutar más de una vez desde la frontal, pero prefirió pasar. Olvidadas sus travesuras en Anfield, se ha tomado muy en serio su papel de nuevo Iniesta. Quizás Ernesto deberá insistirle en que no pierda esa arma que hace mucho bien en Can Barça. Aun así, el 14, se dejó llevar por el show de Leo, se quitó los botines y se dispuso a recordar cómo se juega en el patio de los cracks. No quiso ser menos Dembélé, quien se nota recuperado de las lesiones, sobre todo psicológicamente y luego de quitarse el peso de marcar su primer gol con la camiseta azulgrana, no quiere dejar de correr por esa banda derecha.

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Messi, adjetivos aun lado, tiene un plan claro en su cabeza, ah, y en sus botas, seguir triunfando cada fin de semana, y entre semana también. Casado esta temporada con Doña Madera, inicia mirando desde lejos el arco contrario, pero al final, como siempre, termina haciendo estériles las estiradas de los guardametas y a sus compañeros les hace ver el fútbol más fácil. La primera diana se la anota a Alcacer, la asistencia va a las estadísticas de Jordi Alba, pero la jugada de billar es para él. Como experto del pequeño rectángulo, hizo el toque exacto para que el balón pasara por los antes mencionados, justo como el argentino ya tiene calculado. Quien ha visto la mayoría de los partidos de los catalanes, sabrán que ese tiro pasa una y otra vez. Según los datos, que a veces dicen y otras aclaran, su perforación desde la frontal, de zurda, esquinada… esa que es costumbre pero sigue asombrando, significó su gol 500 con el 10 a la espalda desde aquel primero el 13 de septiembre de 2008.

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En el segundo tiempo, la versión que abusa de la paciencia, la propia y la de todos los demás. Ver al Barcelona jugar así hace que uno se pregunte, ¿Manejan el partido a su antojo o crecen los rivales? Puede que los tiros anden más por la idea del manejo. Ritmo lento, pases horizontales, espejismos de ocasiones ante un Ter Stegen que si lo desea puede colgar la ropa como mismo se la puso previo a saltar a la cancha. Umtiti es un seguro, una garantía de vida, el compañero que Piqué necesitaba hace tiempo. Y cuando está Alba en la banda izquierda hay velocidad para cubrir el amplio campo que queda a las espaldas culés.

En la Ciudad Condal pocos van a festejar al coliseo blaugrana, ni siquiera ese anhelado descuento o la mal llamada honra. Cierto es que ninguna obra es perfecta y menos si aún no se ha ganado nada, a pesar de que las pocas jornadas que restan y la diferencia de puntos digan otra cosa. Sin Iniesta se pierde por momentos eso que Valverde aprecia tanto, el control. Además, al menos en Liga, estando el capitán en cancha, el puzle queda incompleto si Coutinho se traslada a la zona diestra. Esa banda derecha, no ha dejado de ser la disyuntiva de Valverde, pues algo siempre que el árbitro pita el final sigue quedando claro, Sergi Roberto es un excelente parche, pero otras labores le pondrían en una palestra mayor. La urgencia de un carrilero natural, debe tener pensando a todos aunque no lo quieran reconocer.

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Victoria frente a los leones y ya van 36 fechas sin perder, sumando lo hecho la pasada temporada. El resultado, 2-0, la realidad, otra demostración de poderío, de solvencia y de que éste Barça tiene un sello, Valverde. Hay obreros, hay artistas, pero todos van en un mismo concepto: Lo práctico no es pecado, porque se respeta la filosofía, el estilo, la historia.

Que siga brillando el fútbol a dos colores

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